Los Locos, diez años de surrealismo
Con motivo del reciente homenaje a Frasco 'el de los Locos' en la presentación del cartel de carnaval de este año, publicamos este artículo de Jaime Oliveros en el diario La Voz de Huelva, con fecha 11 de febrero de 1996, dónde narra y describe la trayectoria y las peculiaridades de la siempre recordada peña 'Los Locos'. Añadimos para ilustrar imágenes de distintas agrupaciones.
1996-LOS LOCOS "Diez años de surrealismo en el Carnaval
de Bollullos"
Nacieron cuando
el trasnochado Bollullos del silencio se despertaba en los albores de un
febrero que había invernado al solo amparo de “Sarmiento” como único modo de
sobrevivir.
Primero como grupo
callejero. Corría el año 1986 y los “Zíngaros” ya
auspiciaban la continuidad y la trascendencia de una nueva filosofía festiva.
Locos andaluces de
un pueblo, estigmatizados por la ruidosa alegría de bailes, música y canto, que
no dejaban analizar que en lo más recóndito de nuestro ser existiese un
sentimiento trágico-burlón de la vida. Un fatalismo árabe y al mismo tiempo
senequiano, junto a una melancolía, no reñida con la ironía y la sensibilidad.
Una amalgama de
conceptos tan mimetizados y chauvinistas como la propia tierra , que ellos
destrozaban en su anárquico afán de agredir todo formalismo.
En una panadería se
gestó la revolucionaria aventura. Frasco, Camacho, Asuero y el “Pi”.
Rosado, Ana y Auxi, y otros/as tantos/as que rezumando inquietudes de
libertad, hicieron posible que dos años después, en el solar de Frasco se
madurara el nombre, como la patente de una murga, más discutido, esperado,
llevado y traído de la larga singladura de tan pocos años de Carnaval.
"Locos por
la música” en 1987.
Cuando verdaderamente le hacía falta el impulso definitivo a nuestro
carnaval. “Mascareña” y “Pintaíto”, revoltijo musical, en
donde se buscaba una definición por los fueros isleños y que marcaría el sello
definitivo de una murga, de una peña y de un colectivo que descartaba de la
estética y de los mensajes todo barroquismo, apostando muy fuerte por el
surrealismo que le inspiraba una ciudad inmersa en un maléfico y mágico embrujo
de siglos.
“Arranqué las viñas de Remuñana“pa” ponerles fresas que dejaba más”
Preconizaron, sin
bola de cristal, el futuro de una moña sociedad rural. “No tienen ni
música ni letras, y cantan muy mal…” Era la malévola rumorología
carnavalera que no llegaba a comprender la profunda estructura de su creación
multicolor, ni la rabiosa pincelada de comediantes italianos, que los hacían
artistas de excepción.
Mostrando su careta
humana y el verdadero espíritu, estando bajo los disfraces de bufones el
verdadero realismo de los rostros de estos carnavaleros, que año tras año
comprometidamente daban la cara.
Con “Mercedesnardos”, en 1988 aglutinan,
no solo, un tajante alegato contra la guerra, sino la conjunción de criterios
para formar la primera peña carnavalera de la ciudad. La Peña de Los
Locos, ese año, con música de J. Joaquín Camacho, se
manifestó contra la hipocresía colectiva del fundamentalismo religioso.
“Un mitin lo da cualquiera,en el cine de España o en altarcon una sotana o este disfraz”.
Bien es verdad que
en 1989 el escenario del Cine España se llenó
del mejor disfraz de la época de la locura: conejos, bailarinas, saltimbanquis,
cajas de sorpresas y todo género de personajes animados que se movían
mecánicamente al conjunto de “Con mucha cuerda”. El corazón
mismo intentaba equilibrarse envuelto en la fuerte emoción del circo, siendo el
resultado escénico, como siempre, imprevisible.
La loca mascarada
de esta edición cantaba:
-La mujer se ha “cabreao” está “jarta” de limpiar.Y “pa” colmo de los males quiere el trapo “triki-trake”con lo “cansá” que ella está.Le queremos brindar un olé para esas tíasque están “ toe r día” en las fresas y por las tardes “joías”.-
En una sociedad
marcada por valores machos, apostar por la mujer lo tenían que demostrar, como
correspondía a su tan cacareada línea de cambio de los valores tradicionales de
la sociedad.
A esta murga, este
año, se le suma el famoso cuarteto.
Al año siguiente,
cuando en el espectro carnavalero aparecieron como “Unos indiotas muy
grandes”, nacía además, la simpática murga infantil.
Murga, cuarteto y
murguita compusieron la trilogía carnavalera y el hecho artístico más
relevante. Ellos, todos, representados en el encuentro emocional con el arte.
Sin prejuicios, donde la capacidad receptiva de su imaginación era capaz de
transmitirla con gancho escénico a todo el que, con simpatía, los contemplaba.
Tenían su público y
su “clá”. Las letras de Moises Calvo.
-En la reserva el “jiguerón”/me pongo ciego y vacilón….¿Y tu de quién eres?...Yo del “Maera” y la “Madrile”,yo la del “Palito”, sobrina de “Machín”prima hermana de la niña del “Pollito” -
Las castas humildes
de la ciudad estaban protagonizando un verdadero mestizaje con la libertad,
rompiendo así los crueles tabúes de la mediocre burguesía.
En 1991 “Entre
Fo y Fa no fallamos”, irónico trabalenguas que no acabó de cuajar. Tal
vez, por mor de aquél maldito auditorio que también servía para polideportivo.
“Falla fallera, vamos a fo…¡huy!Vamos a “fallá”, fallamos “tos”.
O tal vez por el
perfil de la obsesión. O por el tremendo diagnostico de este estrambote, que
nos quitaban a todos el derecho a la fornicación…haciéndonos unos reprimidos al
compás de la música de Juan Luís “Er niño de Encarnita”.
Se salvaba la
agrupación por aquellas letras contra la Guerra del Golfo, que cantadas con
reverberación de chapas, repugnaban en las entrañas y emocionaban a la razón.
“El cielo nunca
vi” en el
emblemático 92. Decía una estrofa de su libreto que de Jaime
no se iba ha hablar. Pero no pudieron resistir la tentación. Cual amistosos
chamanes destrozaban el aura que otros obedecían. Jaime siempre entendió
aquella crítica carnavalera, que dejaba tieso a algún letrista esquizofrénico.
Mientras, corría el
velo de su generosidad, sobre la trastienda ominosa de una casa, donde llegaba
a ser familia cualquier loco.
"El cielo que nunca vi" 1992 |
“Toros juntitos” en 1993. Con calvito,
el maestro Rosado, Manuel Ángel y Carmen con su espléndido disfraz,
evitaron la devolución del toro al corral por falta de trapío. De tintes verdes
estaban impregnadas aquellas letras sobre los que malgastaban Doñana.
-Dejemos Doñana tal como está”cerquemos Almonte que allíhay más bichos que controlar-
Aquí se reafirmó la
época del “maerismo”. el “Maera” era tierno con las espigas y duros
con las espuelas, García Lorca le inspiraba una buena filosofía de dirección.
Presidente tolerante y bonachón, también llevaba guardados los suspiros de toda
una generación.
"Toros juntitos" 1993 |
“Parque
bibásico” en 1994.
En pleno ensayo se vieron obligados a emigrar a la calle Naranjo. Parecía la
“mudá” , un éxodo o un desahucio judicial. Sus letras lo reflejaban con irónica
resignación:
-Un huevo nos ha costado podernos recuperar.En el bar “pijo…” te esperamos ahora,allí muy bien te lo puedes pasar.¡Ay!, con ese nombrecito…a ver quién es el que diceque allí no da gusto estar.-
Sus alharacas
carnavaleras, en ensayos y cultos vespertinos, chocaron frontalmente con la
vecindad, que no querían barruntar en la madrugada el esperpéntico rumor de una
fiesta nacida precisamente, de las clases populares.
Bulla de artistas
“progres” que no admitían los parroquianos colindantes, porque escandalizaban
en lo más profundo de sus almas a la gente de orden.
Carnaval 1995.
La pérdida de valores de una sociedad pasota también se dejó sentir en esta
agrupación “Los marisoles”. Una mascarada pseudo realista, que por vías del
universo cultural de la comunicación, se aferraba a la tierra, que simplemente
daba un dulce melonar.
Con música de Joselito
Cruz, aquella letra de Moreno tenía la nostalgia de las
viejas reivindicaciones de la Peña.
-Bajo el signo de la cruz bien “cobijaos”capillitas santurrones, lo señalan con el dedo.Si existe algún dios en el cielo.Yo espero…yo espero que los juzgue a ellos-
Había nostalgia en
el mensaje por un cura “Diamantino” que por desgracia no nos tocó tener.
Mientras, Bollullos, emocionado y con coraje, se absolvía a sí mismo de sus
pecados de intransigencia.
"Los marisoles" 1995 |
Espina,
Macarena, Sergio y Juan Luís,
en sus creatividades llenas de amor elogios a la magia del sur, había de lo
popular, la frescura y no el mal gusto; y de lo oculto, lo refinado y no lo
coñazo.
Los Locos compusieron una gran familia. Siempre
parodiando y caricaturizando con voluntad de permanencia. Siempre desafiando a
su pueblo contra todo uso y razón.
Fueron a la vez
receptores con hospitalidad de los que más tarde engrosarían y enriquecerían
sus filas, hasta el punto de ser “un peso pesado” en el contexto general de los
colectivos de la ciudad. Fueron, como también García Lorca, en su oda a Walt
Whitman, defensores de los derechos y libertades de aquél muchacho que se
vistió de niña de comunión.
Fueron tolerantes
de verdad, con los hombres de mirada verde, que aman al hombre, quemando sus
labios en silencio. Cantaron a las evidencias, haciendo de la utopía una
bandera loca para que lo posible se pudiera realizar.
Bien, Locos, por tantos años de apuesta seria, que os
hacían tan transparentes, cuando dabais la dentellada a la desidia crónica de la
gente. Tocando sin practicar, el “bel canto”, todo lo que los demás no se
atrevían a tocar.
Bien, porque vosotros fuisteis de esta fiesta,
la pieza casi fundamental. Cuando agredidos por la crítica de nosotros mismos,
respondíais con la absurda bufonada de la solidaridad. Sin ninguna estrategia
de confrontación pero con realidad.
Bien, en nombre de los que sonrieron alguna
vez con vuestras odas, que enseñaban a todas las calañas, lo maravilloso que
era y es nuestro rico vocabulario bollullero.
Quiero reconocer
este año, en el espacio secundario que me deparó mi decisión, mi admiración y
respeto por los Locos. Por un colectivo que dejó con éxito, y el
éxito nunca se perdona, su impronta comunicadora en la historia de una ciudad
tan falta de conciencia y tan sobrada de sentimientos.
Jaime Oliveros Camacho / La Voz de Huelva / Domingo
11 Febrero 1996
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